martes, 29 de septiembre de 2015

manos de peluquero

Es una película de cirugía y la cirugía es cosa de manos. Es una película de manos. Las manos del millón de dólares, dice una foto en una revista. ¿Por qué un millón de dólares? Son manos en estado de gracia. Manos infaliblemente conectadas con el pensamiento, manos que piensan, intuyen y nunca fallan. La gracia no es solo habilidad. Algo así dice la película. Hay cirujanos que son buenos trabajadores y los hay que tienen algo más. La gracia del corte justo.
La película también dice que esa gracia de las manos viene de algo así como el alma, y el alma del personaje es el lugar del que viene. El alma del personaje es el gueto. Trabajar en el gueto: que cada uno de los gestos que hacen esas manos tenga su razón de ser. Pierde la gracia al trabajar en vano, al cortar en vano.
Vale, vale, pero no es de eso de lo que quería hablar ahora. Solo quería hablar de la gracia de las manos. ¿Cómo hacer visible esa gracia en una película que nunca muestra el bisturí cortando la carne humana? ¿Cómo podría hacerla visible aunque nos mostrase ese cortar? ¿Cómo podríamos aquellos que nunca hemos sujetado un bisturí ver que ese corte no es solo un buen corte sino un corte hecho con gracia? Bueno, podemos ver que esas manos no salvan al paciente, podemos tener un muerto sobre la mesa de operaciones. Pero eso tampoco dice bien la gracia, eso es solo carne de drama.
Si no le vemos cortar, ¿qué es lo que vemos hacer a este médico con sus pacientes? Sobre todo le vemos hablar. La gracia está en el trato. La gracia que vende está en las palabras que ya no son dichas a la gente del gueto sino a señoras con perrito.
Pero hablar no es cosa de manos. ¿Qué le vemos hacer con las manos? Oh, con las manos despeinaba a los muchachos del gueto que esperaban en lo alto de las escaleras, frente a la clínica, y los muchachos sentían que aquella mano que despeinaba estaba llena de afecto y gracia, que aquellas manos jamás podría hacer daño a n.
Sí, le vimos hacer eso, despeinar a un muchacho, en los viejos tiempos, en los tiempos felices y pobres. Y le volvemos a ver hacer ese gesto en los nuevos tiempos, los tiempos tristes y millonarios. ¿Y qué hace el muchacho? El muchacho se aparta. No parece que haya cambiado nada en el gesto de la mano, pero el muchacho siente que la gracia ha desaparecido. Es como esas películas en las que un animal siente que un vampiro ya no es humano, mientras los humanos todavía se dejan llevar a engaño. Oh, el cirujano es ahora como el hombre que ha perdido su sombra o su reflejo en el espejo. Es el hombre que ha vendido su alma, y la gracia iba con ella. La gracia de las manos de cirujano que solo se nos hace visible en la gracia perdida de la mano que despeina.
(Symphony of Six Millions, Gregory La Cava)

lunes, 28 de septiembre de 2015

sobreimpresión


...esa de ahí es Ginger Rogers, que hace de Ellie May, y este es un plano sobre alguien que se aleja, y ese alguien que se aleja no es ella, es alguien a quién no vemos, es alguien a quien oímos y luego dejamos de oír, es Ed, Ed algo, Ed no sé qué, no importa, Ed es un hombre grande y con una nariz grande y un aire a Joel McCrea, va a ser que es Joel McCrea, y Ed es también una moto con sidecar (como mi abuelo, qué guay viajar en moto con sidecar), es una moto con un sonido pedorreante e inconfundible, un sonido pedorreante y alegre que es tan Ed como su nariz grande y su metro ochenta y muchos, es tan él que llega un momento en la película en el que ya no hace falta ni verlos a él y a la moto, basta con oírlos, va y viene el pedorreo de la moto como una esperanza, va y viene y Ellie May se ilumina y se apaga, ha habido un tiempo en el que ese sonido no era sólo Ed, era Ed y Ellie May, ahora es el sonido de una felicidad vivida y perdida y, en este plano, que es nada más Ellie May en el porche de la casa familiar, la casa de todos los desastres, ella cree adivinar el pedorreo de la moto, no está segura, nosotros sí, nosotros hemos visto antes a Ed hablar con la abuela, sabemos algo que ella no sabe, qué crueldad, y oímos con ella el pedorreo que se aleja, el pedorreo borrado por el sonido de un tren que pasa, ya está, ya se fue, quedó borrada la esperanza, ella no está segura de lo que ha oído, ella no sabe que Ed vino a buscarla, queda allí sola en el porche, con el sonido de la moto desapareciendo, siendo borrado, ese sonido no muy serio, por dios, qué pedorreante, qué cómico, sí, es como la comedia que se aleja en el sonido (la comedia es aquí la mejor manera de hacer sentir la felicidad) y queda el drama en la imagen, es como si viésemos al mismo tiempo a Ellie May y el plano de la moto que se aleja, con el sonido vemos dos imágenes que se separan, y quizás sea por eso, porque el sonido de la imagen ausente atraviesa la imagen presente, porque le da un punto de fuga que está ahí mismo en el corazón de Ellie May, por lo que tanto duele este plano...
(Primrose Path, Gregory La Cava)

domingo, 13 de septiembre de 2015

los materiales

óleo sobre cartón
óleo sobre fondo de clarión sobre malla y cartón
pintura de caseína y acuarela sobre malla y papel sobre cartón
óleo sobre papel sobre cartón
óleo y pintura al engrudo sobre papel de periódico sobre yute
óleo lápiz y pluma sobre papel sobre cartón pintado
pastel sobre tela de algodón y pintura al engrudo sobre yute
óleo sobre cartón

contracuadro


...encuadre ophüls, encuadre renoir, años treinta, el viento se mueve un poco ahí en las ramas a la derecha, llenando medio encuadre, y a la izquierda da la luz, al fondo, en la tierra y en el cielo, y hay esa figura que pasa, que quizás se detiene, puede ser que esté casi de espaldas por algún dolor, y entonces basta que se mantenga así derecha y dé el viento en las ramas, basta su interioridad ahí pequeña y el mundo que sigue siendo muy bello alrededor, bello y en movimiento, o puede ser simplemente que ella pase por allí sin dolor, o que ella pase incluso con una alegría, y entonces basta también su pequeña alegría y que ella sea así feliz en el mundo, todo es en realidad una cuestión de ángulo, cómo encuadrar la figura y el mundo, con la cámara un poco alta, un poco inclinada, cómo llenar de verde y tierra el plano, cómo dejar que el verde y la tierra desborden, sigan viviendo más allá del borde del cuadro, es extraño esto de que el mundo se sienta más, desborde más, cuando el cuadro no llega a hacer imagen, cuando se le coge un poco a contrapie...
(La cantera, Pontoise, Pissarro)

cuatro, tres, dos, uno, el mundo


...al principio viven en un pueblo al borde del mar y suenan siempre las olas, cuando suenan las olas todo parece que está como lejos, porque pase lo que pase el mar no va a dejar de sonar, de ir y venir, dan igual peleas y carreras, da igual todo, el mar sigue sonando, así que se pelean, lo mismo entre ellos y bromeando que contra los otros y entonces los golpes son de verdad, todo mientras suena el mar, todo a lo lejos, pasan por el plano pegándose y desaparecen tras un muro pegándose, va y viene la violencia, va y viene por oleadas...
...al principio suena el mar pero luego van a la ciudad y entonces es otra cosa, un afuera de coches y tráfico y un adentro de calma en la casa con patio...
...al principio son cuatro y luego, cuando van a la ciudad, ya solo son tres, pero siguen yendo siempre juntos, son una unidad de tres, y si uno de los tres quiere hacer algo que quizás debiera hacer solo no importa, lo hace con los otros tres, y ahí están por ejemplo los tres acompañando a la chica al mercado, pero luego, poco a poco, uno de ellos se va a ir separando del trío, uno de ellos va a empezar a sentir la necesidad de ser él solo, y esto pasa por el amor, claro, de pronto hay algo que no puede desear sentir hacer con los otros dos... 
...dejan de ser tres y no llegan a ser dos, el pequeño mundo, los pequeños grupos que la película había ido construyendo, ahora los va deshaciendo, también había algo así en Millenium Mambo, la Vicky de Vicky y Hao Hao pasa a ser Vicky sola, la Vicky que parecía inseparable de las discotecas de Taiwan, de pronto está sola en las calles de otro país...
,,,ver cómo un personaje se va separando de un grupo y ver cómo entonces ese mismo personaje toma conciencia del grupo, del tiempo en el que no estaba solo, en el que eran varios, en Los chicos de Fengkuei el chico afirma a gritos una última vez esa unidad de tres que ha deshecho el tiempo, que va a terminar de deshacer la mili, se sube a un taburete y grita, vendiendo las cassettes del puesto de sus amigos, ¡tres al precio de uno! y entonces la cámara los deja y se va por ahí, se va al mundo, a la calle, a cualquiera, como el mar la cámara se retira, como una oleada, y entonces vemos todo ese otro mar de personas que ahí alrededor estaban todo este tiempo viviendo... 
(Los chicos de Fengkuei, Hou Hsiao-hsien)

sábado, 12 de septiembre de 2015

aquí ahora verde

...hay que verlo de cerca, verlo de verdad, dan ganas de cogerlo bajo el brazo y llevárselo, de verdad dan ganas, porque uno se queda mirando y es como si estuviese dentro y ya no en un museo, y en ese mundo de ahí adentro sería normal coger el cuadro y metérselo bajo el brazo y además no importaría porque todo sería cuadro, todo sería pintura, pero no es eso lo que quería decir, no, quería saber qué mirar, las líneas o los colores, primero veo los colores, manchas de verde sobre manchas de rojo naranja sobre marco verde, no sé qué color fue antes, no sé si esas tres manchas de verde vienen sobre el rojo naranja amarillo o si vienen como una luz desde detrás del amarillo naranja rojo, pero luego están las líneas, ese mundo que visto de lejos es todo color y luz, como la atmósfera de un planeta gaseoso y al acercarse, al pasar los gases de colores, resulta que es un mundo habitable, un mundo de puertas y tejados y terrazas y un arbolillo, parece una de esas ciudades que suben y bajan y son toda altos y balcones y barandillas, y quizás no sea posible ir de un alto a otro, de una casa a otra, no caminando, no, quizás de color en color, cambiando de color, un mundo donde no se caminaría, se cambiaría de color y de pronto ya no se estaría aquí amarillo, se estaría allí verde, se estaría allí rojo...

...y visto de cerca parece tan frágil, cada capa de luz o de líneas como una pielecilla de la que se podría tirar y se te quedaría en la mano, y se desharía casi transparente en contacto con el aire, o como si fuesen manchas del azar, de la lluvia, el sol o el moho, colores y líneas que el tiempo fue dejando allí, por mano de los elementos o del hombre, el hombre un elemento más, el hombre una mancha más de luz, una mancha más de color...

(Fachada marrón-verde, Paul Klee)

¿de qué estás hecha?

...de nieve...
...nieve que cae y nieve sobre la que se imprime una cara...
...una chica larga llamada Vicky...
...teléfonos móviles...
...una pistola que solo se ve un par de segundos...
...carteles de películas de noche en una calle de una ciudad del norte de Japón, con nieve que cae, y la cara de Gabin viejo amargado ya nada gueule d'amour y la cara de Bronson y tantas más...
...peleas que se ven venir y llegan, peleas que se ven desde que no son nada, apenas una sospecha de pelea, una pequeña célula peleona que crece y se multiplica y entonces se ve venir la pelea y llega, una vez que se ve venir ya no hay manera de evitarla, y digo pelea pensando en pelea entre varios hombres en una discoteca pero también pelea entre una mujer y un hombre, tampoco es tanta la diferencia, aquí siempre son cosas de hombres las peleas, siempre las empiezan ellos...
...salsa picante, salsa aún más picante...
...planos hechos en lugares demasiado pequeños para verlo todo, o en lugares demasiado oscuros, y entonces la cámara se tiene que mover y nunca sabemos qué es lo próximo que vamos a ver y los planos duran de milagro en milagro de la superficie, es la realidad pero es como de dibujos animados, es como música, es todo superficies que cambian...
...un plano y luego otro y luego otro y otro más, planos como copos de nieve que caen sin hacer ruido y se funden y de pronto la calle está blanca y no lo habíamos oído venir...
...velas, muchas velas, cada una con su llamita...
...una cortinilla de cuentas de plástico de colorines...
...luces amarillas intermitentes sobre una mujer y un hombre que hace el amor...
...una anciana que quiere llegar a los cien años porque quiere ver cómo cambia su ciudad...
,,,una voz en off que nos dice lo que va a pasar un rato antes de que pase y también que en realidad eso que pasa no tiene importancia, porque fue hace diez años, fue el año 2001, y ahora ya el mundo y Vicky han cambiado...
...o quizás sí tenga importancia eso que va a pasar, porque pasó hace diez años pero también está pasando ahora, lo vemos, o tiene y no tiene importancia, como la tiene ese dolor que uno sabe que va a llegar, porque sabe lo que va a pasar, porque a veces uno está encerrado en una vida que se repite y piensa que no estaría mal no tener que saber lo que va a pasar y sin embargo lo sabe y de tanto saberlo todo da igual y aunque da igual...
...cosas tan pequeñas como el robo de un rolex que no cambia nada...
...besos en el cuello, aparta el pelo para el beso, besos que nadie quiere recibir, que se repiten, que a lo mejor no son ni besos, un cuello husmeado, y una orden seca, separa las piernas, y un hombre de rodillas en el suelo, cuello husmeado, entrepierna husmeada...
...trenes que pasan a través de la ventana de un hotel...
...el tipo que tiene una pistola y que se llama Jack en un bar con una chica que baila en tanga sobre él...
...el mismo tipo haciendo tallarines y arropando a Vicky y pensando qué va a hacer, pensando con esa cara segura y cansada que tiene, y casi parece que es una persona en la que confiarías sobre todo porque parece muy muy cansado...
...pájaros negros que van y vienen al fondo de otra calle nevada en la ciudad del norte de Japón, de noche, pájaros negros que van y vienen mientras empieza a sonar música electrónica, pájaros al ritmo de la música, música al tono de los pájaros...
...y más mucho más...
(Millenium Mambo, Hou Hsiao-hsien)

viernes, 11 de septiembre de 2015

con las manos en la tierra

...hay una película de Wang Bing en la que un hombre sin nombre cocina en su cueva de tierra, limpia un calabacín que ha hecho crecer en la tierra roja, en la tierra que parecía imposible, lo limpia con unas manos que vistas de aquí diríamos que están sucias, pero ya ves qué cosas, no, no están sucias, puesto que limpian, terrosas limpian, y luego esas manos cortan el calabacín, con unas viejas tijeras lo cortan, cacho a cacho, dejándolos caer en una olla o sartén o no sé yo, y luego esas mismas tijeras cortan un trozo de carne, o más bien un trozo como de piel, quizás de cerdo, algo sin duda con grasa, pero esto no lo cortan en pedacitos, no, sino que es como si le hiciesen flecos, y luego las manos hunden el trozo de animal entre los trozos de calabacín, lo entierran allí en el fondo de la sartén o de la olla o qué sé yo, y lo tapan todo, y ahí ya cambia el plano, ahí ya hay una elipsis, y luego el hombre se come el calabacín con un bol roto de algo que no sé si es arroz, y no es que yo tenga mucho más que decir, no ahora, es una secuencia en la que uno aprende a cocinar calabacín, sí, y me gustan esas manos terrosas y cuidadosas, y antes uno ha visto la tierra roja y que parecía reseca donde ese calabacín va a crecer y ha visto los trabajos silenciosos del hombre sin nombre para hacer dormir en esa tierra roja algo que un buen día empiece a crecer, y ha visto al hombre quedarse dormido en la cueva de tierra y al despertar era otra estación y en la tierra roja ya asomaba el verde, y luego el verde ya había crecido hasta ser tan alto como el hombre, qué asombro las plantas, y luego ya venía lo del calabacín, y de nuevo la tierra se volverá parda monocroma...

domingo, 6 de septiembre de 2015

Nada en juego: Fifi Martingale




Hay en el cine de Jacques Rozier un progresivo despego, desde Adieu philippine hasta Maine Océan, despego de la realidad, con sus conflictos y sus tramas, e incluso de la belleza. El punto culminante de este despego es Fifi Martingale (2001) en la que ya no hay absolutamente nada en juego. Es su película de viejo, su Condesa de Hong Kong, con viejos y para viejos. ¿No son casi todos los personajes mayores de cincuenta años? ¿No son todos viejos los espectadores que acuden a la representación de El huevo de Pascua al final de la película?
Ya no hay crepúsculos ni bailes ni tan siquiera ilusión o sueños. Y si venganzas hay las habrá a la manera en que se vengan los cómicos: a pastelazos. Tampoco hay espacio para la amargura (a pesar de la crisis del mundo del espectáculo, de la falta de dinero...) ni para carcajadas (aunque uno puede partirse de risa cuando el personaje interpretado Louis Rego aparece de pronto entre los viejos que cantan una versión muy sui generis del Il était un petit navire) sino una sonrisa apenas dibujada en los labios,  hecha de la humanidad esencial de los cómicos.
Nos dicen que su autor trabaja desde hace mucho tiempo en un nuevo montaje pero uno sospecha que esta película no va a cambiar en lo esencial por mucho que se monte y se remonte. Como uno sospecha igualmente que nunca tendrá éxito ya no solo de público sino entre una buena parte de los admiradores de Rozier.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

rectificación

...dije que Sirk hacía existir todo el afuera de amigos de Annie gracias a la cara memorablemente fea de feo gracioso, de feo de dibujos animados, David Tomack se llamaba el actor, del lechero que aparecía apenas en un plano al principio de la película y que vuelve a aparecer apenas en un plano al final, en el funeral y no es verdad, no, no es solo lo memorable de la cara, en realidad no basta con eso, no basta con la imagen, también está la palabra, justo antes de morir Annie habla de él y Lora no sabe a qué se refiere, así que Annie tiene que explicarse un poco, tiene que hablar de lo comprensivo que fue aquel lechero en los tiempos malos, y nosotros adivinamos que no es que el lechero fuese comprensivo en sí, que quizás también, sino que algo debió de pesar esa capacidad de Annie para hacer surgir la generosidad de los otros, como si Annie sonriendo impusiese la generosidad en el corazón de los demás, y así en una frase se nos da la imagen completa de toda la vida de criada de Annie, de su forma de relacionarse con los demás desde ese lugar que fue el suyo, y quizás esto se vuelve aún más preciso, más vívido, al pedir Annie que le dé al lechero no simplemente un billete de 50 dólares, sino "a nice clean fifty dollar bill", y añadir que siempre le envía algo por navidad "en nombre de las dos", ese "en nombre de las dos", media frase, condensa también toda una vida, todo aquello que Lora ha sido sin saber que lo era porque ya se ocupaba Annie de ello (y también está, para hacer existir a todos los amigos de Annie en su iglesia, el visón que reserva para la mujer del sacerdote baptista, visón que además, porque aquí todo rima, recuerda a aquel otro visón que le pone sobre los hombros el agente a Lora por un motivo muy distinto) y qué asombroso es, qué trabajo más grande, para ser así de conciso, para hacer existir un mundo con unas pocas frases y dos planos...
(Imitación a la vida, Douglas Sirk)